Yo estaba contigo, pero tú ya no estabas conmigo.
Mis ojos eran tuyos, pero tus ojos no eran míos.
Estabas como perdida, por los bosques del sueño.
No había estrellas, la noche pesaba y no pasaba.
Fue al amanecer, cuando desperté, y ya no te vi.
Llegaste a mi vida confundida como las olas del mar.
Irrumpiste en mi como estrella celeste sin ser cielo.
Quise ascender a tu lado, pero tu ausencia era real.
Ansíe vivir en tus bosques y encontré sólo maleza.
Tus interiores son abecedarios que ahogan y matan.
En seguida me di cuenta y me encerré para no verte.
Mi sueño se volvió pesadilla y me propuse olvidarte.
Ahora yo vivo del olvido y tú vives de los recuerdos.
Cada uno con su sentimiento entreteje su inquietud.
No vivimos de otra cosa más que de nuestras vivencias.
Al fin, me he dado cuenta que el amor no es querer.
No es querer, sino donarse hasta el extremo de no ser.
De no ser, y de ser el amor para el amor y por el amor.
El amor aborrece todo lo que no es amor, ya lo sé.
Y por eso, lo nuestro no fue nada más que un juego.
Víctor Corcoba Herrero- corcoba@telefonica.net