Lo se, soy ese cóndor solitario
apartado del pueblo y su gentío;
me da calor en la piel el asfalto
tanto ruido me pone mal el brío.
¿Será por eso que busco refugio
lejos del bullicio y el desvarío?
A exclusión pongo el donaire y el lujo,
me complace escuchar la voz del río.
No me importa viajar contra marea
si la ola fuera fuerte desafío
para dejar vencida en la batalla
la duda, el miedo y el escalofrío.
Lo se, soy ese cóndor cabreado
que la vida lo puso en albedrío,
a remontarse hasta llegar al cielo
libre del mundo,el espantoso frío.
Enrique A. Díaz-