Noviembre se lleva tu nombre, mi alegría
y en el mar se celebra el don de la palabra.
Compartimos hasta hoy la estación de la piel
regocijo que se llama llanto.
Cuando el sol baje rojo
a lavar su cara en el río
daré rienda suelta
a las llamas del desconsuelo.
Profanarás mi espalda
a la hora señalada
un agujero azul profundo
regurgitará tu nombre.
Se callarán los ojos,
boca abajo sollozaré
la imperfecta cercanía
de la distancia
y el puente oxidado librará
una última batalla
para tus besos descalzos.
Noviembre se lleva mi nombre, tu alegría
en el mar ya no se celebra el don de la palabra.
Sandra G. Gudiño-