Poemas

La ascensión y la asunción

Vive conmigo no sé qué mujer

invisible y perfecta, que me encumbra

en cada anochecer y amanecer.

 

Sobre caricaturas y parodias,

enlazado mi cuerpo con el suyo,

suben al cielo como dos custodias…

 

Dogma recíproco del corazón:

y ser por virtud ajena y virtud propia,

a un tiempo la Ascención y la Asunción!

 

Su corazón de niebla y teología,

abrochado a mi rojo corazón,

traslada, en una música estelar,

el Sacramento de la Eucaristía.

 

Vuela de incógnito el fantasma de yeso,

y cuando salimos del fin de la atmósfera

me da medio perfil para su diálogo

y un cuarto de perfil para su beso…

 

Dios, que me ve que sin mujer no atino

en lo pequeño ni en lo grande, dióme

de ángel guardián un ángel femenino.

 

¡Gracias, Señor, por el inmenso don

que transfigura en vuelo la caída,

juntando, en la miseria de la vida,

a un tiempo la Ascensión y la Asunción!

 

Ramón López Velarde-

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