En nuestra ciudad, Clarita fue estímulo invisible para toda una generación amante de la lírica.
Cada miércoles nos invitaba a transitar por los caminos del corazón a través de su página literaria del diario Crónica.
La creadora del Decálogo del Amor y de tantos poemas, se ganó el cariño de todos por su trabajo intenso, sentido y perseverante.
También las congratulaciones de autoridades locales y lejanas. Hasta del Santo Padre. Indudablemente el soporte de su espíritu fue la poesía. Escribió y publicó hasta el final. La lírica la acompañó en su último aliento.
Se nos fue al comenzar el otoño -un 19 de marzo de 1997-, en plena juventud de su alma. Como todas las cosas tristes que nos pasan a los comodorenses: siempre suceden en otoño.
Pero su presencia en nuestra cultura será eterna. No olvidemos a esta poetisa arraigada en el alma comodorense y tan amante de la Patagonia inmensa.
Mario Cabezas – Fogón de Escritores de Comodoro Rivadavia