Un hombre solo,
como aquél que ha esperado durante mucho tiempo,
un hombre que transita junto a mares simbólicos,
que camina callado por una ciudad extraña
a la que pertenece, que mira a otros
mientras cruza despacio los jardines del tedio,
el perseverante en la melancolía,
el que se reconoce inmóvil en la sombra
de un árbol que es él mismo
y concilia la vida con las formas del sueño,
y que viene del frío y estuvo sentado al lado de la muerte
y siete veces siete ha vuelto
y ha mojado sus manos en el agua
profunda y helada de una fuente
y ha dormido desnudo junto al fuego
y ha cruzado la noche bajo la luz del día
y consumado al cabo
su lenta travesía del invierno,
vive ahora, como uno más, entre nosotros,
en algún lugar apacible consagrado a los vivos.
De Mecánica terrestre (2002)
Álvaro Valverde-