No te esperaré
con el habitual deseo de mis manos
ni la existencia volcada en un antiguo
hotel
del barrio estación
donde fuimos testigos del último
invierno.
Aprenderé a olvidar la geografía
de tus palabras
los gestos que aún te acusan
los personajes que habitan en tu oído
y que alimentaste con la música de un
bolero,
con caricias de esfinge
callejera.
Del libro Para un peregrino distante
Pablo Cassi-