Poemas

Anochece

En memoria de Stella Díaz Varin

 

Nos tapamos el rostro con un escombro viudo

Pero igual vemos el mar y el cielo: los mismos delirios enraizados

Tampoco sabemos qué hacer durante el día

Salvo tocar la flauta para que se abra la matriz blasfema

Donde tú estarás desaprobando ciertas sombras, ciertas llamas

O bien perfumándote para que los salvajes

Te conduzcan en medio de una tempestad de imanes.

Mira como en ninguna casa nos reciben, como nos cierran sus puertas

Le temen a tu cabellera porque tiene el designio

De esos padres laberínticos que no tuvieron piedad de la luz

E hicieron un lecho sobre aberraciones de sal.

Vas engrandecida por cenizas lujosas, por armas de hielo

Que te rodean en círculos hasta que ninguno de nosotros puede entrar

Salvo que tú lo quieras,

Salvo que le hagas la señal a la copa y el cielo enrojezca

Mientras aquí nos aferramos al polvo jactancioso

Nos quedamos fuera de todo linaje, mientras la piel atrapa al día

Y una amenaza de cáscara se cierne sobre el mundo.

Esos padres laberínticos te están vaciando los ojos

Infringiendo lo conocido del agua

Quedan escombros viudos al centro de la noche

Donde tú estarás viendo a los pájaros alcanzar la angustia del fuego

Mientras nosotros vemos que hombres y pájaros

Se han quedado para siempre en ello.

Te tapas el rostro con una roca cubierta de pelos y te despides

La misma que te hace odiarnos, la misma que altera las restauraciones

Le otorgas a las lámparas la locura de los cadáveres

Pero se la quitas sin decir nada

Y resta nada más ver como son las alas

Ahora que ningún abismo le falta a la luz.

 

Rodrigo Sebastián Verdugo Pizarro-

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