Cayó lentamente, el sonido del disparo derramó en el suelo el rojo de la sangre. Pidió ayuda, su eco recorrió el pasillo y la mirada quedo vagando por las paredes.- El corazón latía con desorden, la cabeza perdió su postura.
¿Pero qué paso? ¿Quién fue? ¿Por qué? El tiempo se detuvo por un momento y voló a la semana pasada dónde llenó de flores la puerta de su amada. Su sonrisa, la palidez de su rostro contrastando con el azul de sus ojos.
Por un momento pensó que sus piernas habían dejado de funcionar. Un líquido amarillo corrió formando un pequeño charco ante sus ojos. Unos pasos presurosos lo sacaron de su letargo, en un golpe seco su hermano se detuvo y con la mirada desorbitada le pregunto: ¿y a vos qué te paso? ¿Te sentís bien? Sorprendido señaló el charco de sangre y en un hilo de voz le dijo: Me dispararon… La risa retumbo como un monstruo a punto de devorarlo.
Sin entender con su último aliento volvió a rogar auxilio. Vengan, vengan, vociferó el hermano, este animal cayó sobre el tarro de kétchup y pensó que le habían disparado, y hasta se ha meado el muy miedoso!.
Elizabeth Tardiz