Poemas

Coche 86

Años, días, horas conjugando la posibilidad de un encuentro.
El destino, barajando las cartas, otras cartas…
Una terminal, un andén y la osadía de un beso robado.
Todo tan efímero como el deseo de repetirlo, ese que una vez al año se le aferraba endemoniadamente como una cábala.
Meses de cavilaciones coincidieron en un día de septiembre muy ufanos; Un encuentro tan breve como intenso, una relación abisal, profundamente amorosa, pero con fecha de vencimiento.
Tanta pasión contenida; tantos años…,meses, días, ahogados en un par de porfiados segundos en una mesa de Retiro, sobre ella un par de botellas vacías y a su vista, los ojos, sus ojos, encandilados por el alumbrado, empañados de dolor, se perdían en el horizonte desconsolado del coche 86…

En el mismo instante negro en el que la finitud oprimía toda probabilidad de un nuevo acercamiento, la magia de la poesía podía resucitar hasta la más cadavérica imagen que a lo lejos permanecía abatida, como enraizada al cemento que lo vió partir.
Un mensaje escueto, pero prudencialmente redactado le devolvía el alma al cuerpo.
Amaba intensamente, no lo ocultaba.
Estaba allí para reìrse del destino;
Estaba allí, para no claudicar; Otro anden, otra terminal, les estaba esperando.
Cómo, dónde, eran ahora parte de su preocupación… En ocasiones la carcomía la ansiedad. Nada debía quedar librado al azar.
No debía perder el tiempo…No deseaba ver que mermara la intensidad del sentimiento mutuo que se tenían. Esa clase de amor que te une a alguien para siempre. Anhelaba prontamente devolverle vida a esos años que con ilusión había ganádole al destino.
Nada había sucedido en vano.

Bárbara Himmel-

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