Qué fuerte eras ¡ Alma mía!,
que caminabas por la noche oscura del sentimiento,
y a mi me daba miedo de la oscuridad y del pensamiento
que fuerte eres, pequeña alma mía!
Alma que nunca reclamaste nada,
no lo hiciste ni con lágrimas ni otra cualquier cosa,
siempre callada, siempre afanosa
que caminaba con el tiempo y olores a rosas
¡Alma mía!, que venturosa y generosa has sido
y que sensibilidad has tenido.
Pues yo, con los años que he vivido,
no he encontrado la paz ni en los olvidos
¡Alma mía!, cuantas veces te ha llamado
y tú no me has escuchado.
Hoy siento tu distancia y tu silencio
y por mas que el aire cese, ser hoja seca en el viento
¡Alma mía!, que angustia, qué agonía la que siento
siento que las horas de cada día son infinitas,
son inmensas, son interminables y su fin presiento.
¡Alma mía!, que tristeza, que agonía, la que yo siento.
¡Pobre Alma mía.! que desconsuelo
ya que volver no puedo. y el lamento es lo único que tengo.
¡Alma mía!, en mi aflicción tu eres mi consuelo.
No te vayas, que tengo miedo al silencio.
Antonio Fernández Cámara-