Poemas

Tango encordado para una lágrima de tu violoncello

A mi hermano, en el teatro Alvear

No sé si llora mieles o se deja andar de miel y de abandono.
Otoño y la luna se violenta en su guante escarlata.
Otoño y es de noche y uno busca el corazón.

Lo escucho. Gemidor. Desamarrado.
Desenhebra el silencio y lo hace trizas.
Lo siento. Va de solo en un tango.
Y podría decir que remolinos de abejas
hienden el aire casi negro del teatro.

Es un ruego infinito, un beso trágico.

Se alarga. Se extiende por el guante azul azul
del escenario, sospechoso de amor en contrabando.
Tiembla tu mano y yo soy la furtiva pasajera
del dulcísimo acorde, la que sueña en el lamento
de la nota, sentada en mi butaca de terciopelo escarlata.

Es otoño y hace frío. Y uno busca el corazón.

Virginia Segret Mouro-

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