Puro tango

Su cuerpo palpita en la anchura de la noche
y una mano dibuja su cintura sensual.
Yergue el cuello buscando altivez
y eleva el busto como en pos del amor.
Sin embargo nada importa… sólo el tango.
Él la lleva viril. Macho seductor.
Traje. Solapa. Agua de colonia.
A veces se miran. A veces no.
Sus rostros se acercan, sus cuerpos se juntan.
Sin embargo nada importa… sólo el tango.
Sólo se sienten. Sólo respiran.
Sólo presente. Sólo noche. Puro tango.
Grosor de contrabajo, embrujo de tango,
resuello de bandoneón. Puro tango.
Bailan bien. Eso importa.
La mano de él recorre su espalda. Eso importa.
Ella enarca sus cejas. Eso importa.
Él frunce su ceño. Eso importa.
¿Se aman? Eso no importa.
Humo nochero que embruja el teclado,
mejilla hedonista contra el violín.
Uñas rojas en la nuca engominada.
Piernas que se cruzan,
un “ocho” que enamora. Eso sí importa.
Ojos cerrados. Roce hechicero.
Vestido ceñido, tajo profundo. Olor a violetas.

Cecilia Bigetti-