Tras identificarme
corto…
al oírme en sus sienes
apago mi voz…
si como creando versos
le aplaudí
tantas veces…
Pretendí acariciarle al oído,
con fuerza grité tu nombre…
y me mutiló el habla…
Es inútil
conquistar la noche
envistiéndole como perro rabioso…
Innecesario es
revertir el efecto del veneno gélido…
Volvería mil veces a recitarle poesía,
regresaría para escribirle en la piel
su esencia.
Solo quería hoy
regalarle besos de colores;
sólo besos…
De colores… como los que le gustaban.
Ayelén Benavides-