Pulso la guitarra en
mis manos,
como cosa divina.
Cuando mi alma se inclina
sobre el diapasón;
voy dejando el corazón
desde la sexta a la prima.
Busco sacar de su caja
junto con las notas…
mis penas.
De su boca serena
van brotando en sonidos
cosas de tiempos idos…
y el recuerdo… que es condena.
Sos amiga en la alegría;
también en la tristeza,
por eso en la tibieza
de mi noche desolada,
sos la amiga bien templada
donde este gaucho tropieza.
Francisco Cunningham-
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