Hombre niño que disfrutas
del aire y del verde prado,
que caminaste mil rutas
y por cimas has trepado.
Que plantaste un árbol nido,
que en tu nido vive el hijo…
que al compromiso debido
tu alma le da cobijo.
Hombre grande y majestuoso
de la sonrisa hasta el nombre,
de recorrido virtuoso
que es propio de grandes hombres.
En tus ojos hombre bello
se instalan amaneceres,
noches de luna y destellos
que tu mismo les confieres.
Hombre cántaro y desvelos,
tan de aquí y tan lejano…
con permiso de los cielos
¡quisiera estrechar tu mano!
Silvia L. de la Cal-