Frutos exquisitos
en el árbol de la vida,
son los amados nietos.
Aunque sean compartidos,
son delicias de encuentros.
se ahonda en mi pecho,
travesuras, risas y juegos.
Ahora sus recovecos
están sin luz y en silencio.
Los niños crecieron ¡tanto!
en hospedajes de sueños.
Si parece que los veo…
Así de pequeños.
delineo una lágrima,
destino de abuelos.
Imelda Trejo de Molina-