Quiero contar una historia,
la historia de un dulce amor,
más bello que las estrellas,
¡Dios! Bello hasta en el dolor.
Cuando ya había pasado la vida,
cuando su pelo ya no tenía color,
fue a enamorarse de una dulce dama
y conoció así lo que es el amor.
Fue correspondido con locura,
y nunca ha existido amor más bello,
y de ese amor sintieron envidia,
¡envidia!, los ángeles del cielo.
Pusieron nombre a las caricias,
a los silencios y a sus besos,
y solo unos años de dicha
ofreció la musa del tiempo.
Vejez amarga que me obligas
a intentar parar el tiempo,
dame un poco más de vida,
oscurece más mi pelo.
En sus quejas presuntuosas;
su altivez contra los cielos.
Ya no tuvo más respuesta
que aquel reloj, duro y fiero.
Y la desdicha bajó del cielo.
Su piel arrugada pagó,
y en todas sus arrugas marcó
la factura que cobra el tiempo.
Por qué me diste amor
y me separas de mi amada,
por qué causas dolor…
¡Ay Dios! Dios mio de mi alma.
Mas el amor es eterno,
y eterno, ¡no morirá!
cierro los ojos ahora
para toda la eternidad.
Pero esperaré en los cielos
que ella me venga a buscar,
porque un amor tan inmenso,
nunca se puede acabar.
Fue escuchado por los cielos,
y la dama en su hogar,
con los ojos de su alma,
ve su imagen en el mar.
Mario García Montalbán-
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