Él vende estampas
en las escalinatas de la catedral
invisible desierto el de su mano
aguarda el goteo
monedas y monedas
de aquellos que allí adentro
golpean sus pechos perfumados
mea culpa, mea culpa, mi grandísima culpa
y espían el segundero
ansiando encender el celular
Él guarda en sus alas los centavos
tras la cortina del vacío pedestal
Esta noche
en los arcos dorados
tendrá su cajita feliz
Myriam Leal-