Libros

La piel que habito

La primera novela de Daniela Tarazona –publicada en 2009 por la editorial mexicana Almadía y ahora reeditada en Buenos Aires por Entropía– habla del cambio. No del cambio social, sino del cambio de una mujer a partir de la muerte de su madre. “Yo perdí a una persona cercana y me di cuenta de que cuando perdemos a alguien, hay un cambio interno, surge una nueva especie dentro de nosotros, surgimos como un nuevo bicho, alguien distinto”, confiesa en una entrevista.

El duelo de Irma, protagonista y narradora de El animal sobre la piedra, comienza con una picazón en la piel que será la señal de una metamorfosis irreversible. La joven deja su casa, su ciudad y viaja a una playa lejana. Y en ese viaje también deja su cuerpo. Literalmente cambia de piel y, poco a poco, adopta la naturaleza de una iguana. Aparentemente, los únicos testigos de su transformación son un hombre y su singular mascota, un oso hormiguero llamado Lisandro, que la encuentran hambrienta y la invitan a instalarse con ellos. En esta historia los únicos que tienen nombre son los animales, un privilegio literario que retoma la histórica fascinación de los escritores por el lado bestial del ser humano.

Opuesta a la dramática y letal metamorfosis del viajante de comercio Gregorio Samsa, Irma acepta y se adapta a su nueva vida. Es más, su mutación se presenta como un fenómeno apacible y positivo, como si de algún modo obedeciera a su voluntad. Irse y transformarse es dejar atrás el dolor y las mujeres sufrientes con quienes se crió: su mamá y su hermana Mercedes.

En este sentido, El animal sobre la piedra encarna la búsqueda de una nueva forma de ser mujer, liberada del mandato de casarse, tener hijos y formar una familia.

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