Un golpeteo de perlas, suena en mi ventana
son lágrimas del cielo, que por fin llora…
Llora por los males, que nos envuelven
y aún no se resuelven,
pero hay algo en el aire que nos alivia
y deseo caminar bajo la deseada lluvia.
Es como un bálsamo muy esperado
que por varias horas lo invade todo,
y el aire se llena de olor a limpio,
y yo ya no siento ningún agobio.
Aparecen brillantes los verdes marrones
y los pájaros se ocultan en sus nidales.
El cielo plomizo forma un techo imaginario
y el todo parece un gran escenario,
donde todo revive, rejuvenece y respira,
porque en nuestra tierra, la lluvia es siempre esquiva.
Mientras tanto, allá arriba, los ángeles juegan
y con gran picardía, retozan y riegan.
Se sienten contentos, sembrando alegrías
cubriendo la tierra de paz y armonías.
María Elena Papa-