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Cuaderno del pirómano

Cuaderno del pirómano

Un pirómano, un policía, una bitácora como vía de escape. Un personaje al borde del abismo, tensionado entre la caída y la fuga.
Una novela actual donde el lector siente cómo tira la cuerda, que lejos de aflojar se tensiona cada vez más en un escenario siniestro. Sócrates afirmaba que lo que llamamos maldad encuentra su raíz, verdaderamente, en la ignorancia; quizás también en la locura. Cuando el mundo entero es un infierno, ¿qué salida queda?
“Aquella vez nos fuimos caminando hacia un prostíbulo que quedaba por el bajo Flores. En el camino me contó, como siempre, de sus pseudo aventuras. Es probable que la mitad de lo que me contó sea inventado y la otra mitad… a lo mejor sucedió, pero no así. (…)
Yo me quedé tomando un whisky en la barra y al rato Chano me estaba pidiendo plata. Le mostré el interior de mi billetera: había lo que en esa época era una suma importante. Se la di y cuando se dio vuelta me las tomé. Caminar solo por las calles vacías en un día de semana es una de las cosas que más me agradan en la vida.
Un rato después me encontraba en mi casa. Había un cuadro gigantesco a mi lado. ¿Quién hubiera dicho que iba a terminar en mi casa? Le había echado el ojo hacía casi veinte años, si mal no recuerdo. De todos modos, aún pienso que el que vi inicialmente era otro.
Sí, ese cuadro tenía una historia. Definitivamente me remitía a la casa de Tobías, donde hacía unos veinte años jugábamos al «dígalo con mímica», con Richard, y cuando él no supo qué otro gesto hacer, directamente me señaló a mí y entonces todos adivinaron la película: «Psicópata Americano». – Fragmento de Cuaderno del Pirómano

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