Poemas

Nadie me lo pidió

Nadie me pidió

que mi espíritu tenga insistencias

en encontrar límites,

y olvidarlos a tiempo

en forma de nacimientos y luces.

Mis brazos son una expedición

a la inseguridad de la simetría.

Sublevan cegueras venosas

deslizándose sin cautela.

Me gustan tus tímidos aderezos

dando vueltas a la tierra,

buscando sus entrañas

sin olvidar que el día

se anilla entre mis dedos

y la difícil quietud de los vientos.

Llamo con toques de retina

a los siglos de tedio enfrascado

en ingratas líneas

de felicidad en tus manos.

Tanto pulo las palabras,

que si resbalo en ellas

caigo en la horma

de los sustantivos

que se adjetivan

al nombrarme.

Con todo, hay algunas

no dichas o no escuchadas.

Nadie me preguntó

si había aprendido a amar

hasta perder la duda,

que amanece en mis labios

forjados en tu risa.

 

Jaime Icho Kozak-

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