Poemas

La cita

a la memoria de Ana Calabrese

 

Íbamos a tomar el vino del atardecer

sentadas en el piso,

a desplegar el dolor y los amores literarios

como un mantel: algunos agujeros y colores seguros.

Dos mujeres expulsadas del idioma, de la fiesta,

de una terca latitud.

Íbamos a dejar que el río nos invada

(todos tus amigos me hablaron más del río

que de tu desesperación)

Trocitos de corcho, historias de algún tío

obsesionado por la libertad del espíritu, restos

de un ángel pintado sobre una percha de madera.

Tu suicidio anunciado los refugió en el bosque

(a ellos, los lobos, los amigos),

los vació de palabras.

Extraña flor de sombras chinas en la pared,

te convertiste en una voz y un silencio contra un río.

Un poema condenado a una caja inasible.

 

Paulina Vinderman-

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