Poemas

A cierta hora, de tarde…

A Eduardo Dalter

A cierta hora, de tarde, no dudo.

A cierta hora, la hierba es hierba

y llueve de arriba hacia abajo.

El inexplicable, inexplicado mundo

es una mesa breve, de madera de pino,

y sobre ella, un plato con una fruta cortada.

Me desvisto y estoy desnudo.

Y, desnudo, no tengo necesidad de espejo

para confirmar mi desnudez.

A cierta hora el milagro es un olor a madera.

Sólo un olor a madera en el aire.

No alguien caminando sobre el agua

o convirtiendo el agua en vino.

Soy, a esa hora, el que creo ser.

El que abre de par en par los postigos

y deja entrar la brisa, por entero perfumada.

 

Poema inédito

Carlos Barbarito-

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