Espías la ternura
de la sangre,
que se manifiesta
en deseos.
Deberías lamer la triste sangre
con tu lengua de perro pecador.
La noche mezquina e inquieta
se persigna ante un viernes santo,
huyen los sermones
de la sangre quebrantada.
Los ojos desconocen,
lo desnudo de la muerte:
aparece mezclada en
lágrimas
sudores.
Creo saber:
que no vuelves
con tu deseo fúnebre.
Absorta la sangre
desvela que ya casi, te has muerto,
he visto tu cadáver
cabalgar en sueños.
Ángela Cardozo-
Pingback: 18 de enero de 2012 : : Cronica Literaria