Poemas

Tú que te enojas por todo

La vida cotidiana nos asusta

Nos pega en la boca.

Retumba en los jardines nuestros gritos.

Tú que rezongas a los vientos,

Tú que embarullas tus sentidos,

No ves, ¿la tinta que escribe?,

No ves, ¿el canto que silbo?

Deja de nuevo, la plancha,

Ven y canta conmigo,

Yo de la muerte sé poco,

De los castigos ¡ni Cristo!

Que nada sé ni respondo

Cuando me habla el destino.

Tú que las tardes tan largas

Las vives como a un delirio

Sin sombra que te dispare

Reproches, rezos, ni gritos.

Tú que la vida y el techo

Te da sobre dos caminos

Sembrados de terciopelos,

Que Él de arriba lo quiso.

 

Mira, cruza a mi sendero,

Verás en flor de jazmines

Se van calmando mis vicios

Si todas las madreselvas quisieran

Mis manos digo,

La única flor que las tiene

está puesta en abanicos

sobre tu falda de reina

que canta a los pies del Nilo.

 

Del libro Desde todos los cielos

 

Marta Pimentel Álvarez-

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