Poemas

Acuérdate de mi

¡Oh! cuánto tiempo silenciosa el alma

mira en rededor su soledad que aumenta

como un péndulo inmóvil: ya no cuenta

las horas que se van!

No siente los minutos cadenciosos

a golpe igual del corazón que adora

aspirando la magia embriagadora

de tu amoroso afán.

 

Ya no late, ni siente, ni aún respira

petrificada el alma allá en lo interno;

tu cifra en mármol con buril eterno

queda grabada en mí!

Ni hay queja al labio ni a los ojos llanto,

muerto para el amor y la ventura

esta en tu corazón mi sepultura

y el cadáver aquí!

 

En este corazón ya enmudecido

cual la ruina de un templo silencioso,

vacío, abandonado, pavoroso

sin luz y sin rumor;

Embalsamadas ondas de armonía

elevábanse a un tiempo en sus altares;

y vibraban melódicos cantares

los ecos de tu amor.

 

Parece ayer! …De nuestros labios mudos

el suspiro de ¡»Adiós» volaba al cielo,

y escondías la faz en tu pañuelo

para mejor llorar!

Hoy… nos apartan los profundos senos

de dos inmensidades que has querido,

y es más triste y más hondo el de tu olvido

que el abismo del mar!

 

Pero, ¿qué es este mar? ¿qué es el espacio,

qué la distancia, ni los altos montes?

Ni qué son esos turbios horizontes

que mira desde aquí;

si al través del espacio de las cumbres,

de ese ancho mar y de ese firmamento,

vuela por el azul mi pensamiento

y vive junto a ti:

 

Si yo tus alas invisibles veo

te llevo dentro del alma estás conmigo,

tu sombra soy y donde vas te sigo

 

¡Oh! cuánto tiempo silenciosa el alma

mira en rededor su soledad que aumenta

como un péndulo inmóvil: ya no cuenta

las horas que se van!

No siente los minutos cadenciosos

a golpe igual del corazón que adora

aspirando la magia embriagadora

de tu amoroso afán.

 

Ya no late, ni siente, ni aún respira

petrificada el alma allá en lo interno;

tu cifra en mármol con buril eterno

queda grabada en mí!

Ni hay queja al labio ni a los ojos llanto,

muerto para el amor y la ventura

esta en tu corazón mi sepultura

y el cadáver aquí!

 

En este corazón ya enmudecido

cual la ruina de un templo silencioso,

vacío, abandonado, pavoroso

sin luz y sin rumor;

Embalsamadas ondas de armonía

elevábanse a un tiempo en sus altares;

y vibraban melódicos cantares

los ecos de tu amor.

 

Parece ayer! …De nuestros labios mudos

el suspiro de ¡»Adiós» volaba al cielo,

y escondías la faz en tu pañuelo

para mejor llorar!

Hoy… nos apartan los profundos senos

de dos inmensidades que has querido,

y es más triste y más hondo el de tu olvido

que el abismo del mar!

 

Pero, ¿qué es este mar? ¿qué es el espacio,

qué la distancia, ni los altos montes?

Ni qué son esos turbios horizontes

que mira desde aquí;

si al través del espacio de las cumbres,

de ese ancho mar y de ese firmamento,

vuela por el azul mi pensamiento

y vive junto a ti:

 

Si yo tus alas invisibles veo,

te llevo dentro del alma estás conmigo,

tu sombra soy y donde vas te sigo

por tus huellas en pos!

Y en vano intentan que mi nombre olvides;

nacieron, nuestras almas enlazadas,

y en el mismo crisol purificadas

por la mano de Dios.

 

Tú eres la misma aún;

cual otros días suspéndense tus brazos de mi cuello;

veo tu rostro apasionado y bello

mirarme y sonreír;

aspiro de tus labios el aliento

como el perfume de claveles rojos,

y brilla siempre en tus azules ojos

mi sol, ¡mi porvenir!

 

Mi recuerdo es más fuerte que tu olvido;

mi nombre está en la atmósfera, en la brisa,

y ocultas a través de tu sonrisa

lágrimas de dolor; pues mi recuerdo tu memoria asalta,

y a pesar tuyo por mi amor suspiras,

y hasta el ambiente mismo que respiras

te repite ¡mi amor!

 

¡Oh! cuando vea en la desierta playa,

con mi tristeza y mi dolor a solas,

el vaivén incesante de las olas,

me acordaré de ti;

Cuando veas que una ave solitaria

cruza el espacio en moribundo vuelo,

buscando un nido entre el mar y el cielo,

¡Acuérdate de mí!

 

Carlos Augusto Salaberry-

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *