En el hueco de tus brazos
nació esta historia sin fin,
que resistió los inviernos,
que transitó los infiernos,
y hoy se envuelve en plumetí,
lavando y moño de raso.
Año tras año los mismos
apasionados encuentros,
celos, nubes, fantasías,
temblores del alma mía
y un cofre que guarda dentro
soles, lunas y espejismos.
Tiñe de plata y carmín
y le suaviza algún trazo,
el tiempo, a esta historia bella
hasta aquietarse en tus brazos.
En su tibio hueco… ¡Ahí!
Silvia L. de la Cal-
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