Poemas

Tierra prometida

Cada día necesitaba más sangre

para satisfacer todos mis malditos instintos,

inevitable enfermedad de morir

por mis propios deseos y pasiones,

que sobre todo destruyen.

Destruyen dando a luz

la vida sin una gotita del racionalismo

que no sabe qué es.

Cada día esperaba que viniera,

con desesperación y rencor.

Pero nunca en mi vida lo he visto.

Sigo esperando a no sé qué o quién.

 

Anna Banasiak-

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *