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Sangra en mí

Sangra en mí

[…] a los sobrevivientes de un duelo de magnitud –¿y qué es la escritura literaria sino un gesto de supervivencia de toda pérdida?– solo les queda detenerse o avanzar. Es una mujer la que escribió, para después leer. ¿Escribió en la frontera de la escritura y de la oralidad
¿Liria escribió dentro del habla, esa prima chiflada de la lengua, como dice Diana Bellesi, porque el deslizamiento de la sintaxis de ese lenguaje materno, el de la Madre, solo puede anclar en lo oral, en lo que será leído en voz alta, en lo que será escuchado en una intimidad primigenia, desnuda? Liria lee, avanza. Va hacia el interior de los cuerpos, el de ella, el de su madre. El susurro de ese amantazgo de las palabras crece en potencia. Se suelta de los velos de la nostalgia, de la evocación, de la tristeza, de la melancolía, frente a frente, sin mohines, sin aspavientos, en un movimiento público dentro la lógica del texto, para que lo escuchemos. [Liria es] la hija que la maternó [a su madre] hasta el final, en el revés biográfico de la trama, y que ahora la lee, porque la escribió. Pero la voz conoce el taco del stiletto joven y bello de la madre sobre la frente. Esa madre nos es regalada, sobre esa madre se avanza, la voz de la hija la recorre con intensidad, físicamente. Y el esfuerzo por narrarlo así, después del duelo, ha dejado su espalda recta como un junco. En este sentido, aunque la novela grite, siempre será susurro. Gloria Peirano – (Modesto Rimba)

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