El cazador persigue el rastro de los pasos.
Desea unir el espacio y el tiempo.
En su danza circular se transforma en otro.
Cuando el rostro enmascarado se encandila,
su goce seduce a la lluvia.
Después del diluvio
flores de oro
fecundarán la tierra.
En el advenimiento al reino
contempla la aparición
del ser amado
como un girasol inmortal.
Cristina Pizarro-