Poemas

Azul sin límites

En ocasiones, el público es admitido en pequeñas

cantidades a una exposición de lo contrario cerrada. Ellos

ingresan silenciosamente y se agrupan en el centro,

controlando los pequeños movimientos para evitar a los otros,

cuadrando los hombros bajo sus abrigos, enrollando

la tela de los paraguas con firmeza y aliviando

los puntos con cuidado a lo largo de la pierna en el suelo.

 

Las puertas son cerradas, las luces apagadas, y a

una señal el techo se retrae para revelar una

visión del cielo como ninguna que hayan visto antes.

La habitación se inunda de un azul sin límites.

 

Esto excita en ellos una rapsodia, una cascada de

sensaciones. Apenas pueden controlar sus

manos. Ninguno usa la palabra del otro para

describirlo. Su éxtasis único ilumina

en ellos las ricas procesiones del equinoccio.

 

Luego, cuando el cielo se está cerrando, ellos escuchan desde fuera,

desde la distancia imaginable, desde enrejados

de nieve costrosa: una hoja de grietas bajo los pies,

que no se puede distinguir de un balazo. El sonido salta

y rebota vertiginosamente, de pared a pared. Nadie

tiene la menor idea sobre cómo expresar lo que ha sucedido

 

Kathryn Rantala-

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