Poemas

El desierto de los tártaros

No siempre las palabras

están a la altura de los pensamientos,

ni el temor se condice con las premoniciones.

La casa que ayer nos dijo hasta mañana

no sabe si alguna vez volverá a cobijarnos.

El abrigo que lucíamos en la ciudad

se volvió tontamente pomposo en estas soledades.

Sólo me resta decir que los fusiles están descargados

mi coronel

y que las dagas no tienen filo.

Las feroces escuadras enemigas que venían a matarnos

no lo harán

son simples soldados involuntarios, mi coronel,

asustados

como nosotros.

 

Rogelio Ramos Signes-

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