Poemas

Caverna

No es que seamos del todo inconscientes

de nuestra heredada condición de oscuros

y resignados habitantes sedentarios

en la caverna que pintó el filósofo.

 

(Aunque disimulemos, no ignoramos

que sombras sólo son, y no otra cosa)

 

Pero es más fácil permanecer quietos

sentados en silencio frente al muro

contemplando esas figuras móviles

y sus exuberantes maniobras.

 

Es más cómodo ver pasar las horas

sin esbozar un gesto, sin silbar una nota,

sin mirar hacia el sol -siquiera de reojo-

(porque la luz abrasa la retina).

 

Y si alguno levanta la cabeza,

si alguien susurra o canturrea,

si alguien grita que existen las estrellas,

entonces le miramos con desprecio,

le escupimos con furia, le arrojamos

las virulentas piedras de la ira

o el amargado esputo del silencio.

 

(No importará si el díscolo insurgente

es nuestro propio hijo, nuestra sangre,

el magma inmaterial de nuestra entraña).

 

Para preservar nuestra mentira

-nuestra tiniebla de imágenes fugaces-

le acuchillaremos ritualmente;

después veremos su sangre derramada

como si fuese otra, como si sólo fuese

la lava redentora de los dioses,

el fulgente licor de sus ensueños

-otra figura más en la pared bailando-.

 

De Por si mañana no amanece

Sergio Borao Llop-

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