La campanilla repica tres veces.
Durante dos horas irreparables
una fuente de luz modificó
tus ojos delicadamente tarde.
Sobre la mesa amontonada
restan excusas entre nosotros.
Hace dos horas
el tiempo leudaba inexorable.
….. tres veces.
Ahora, éste resumen de instantes;
el de tu labio inferior
que consecuente interroga
la posibilidad
y mi decisión.
El teléfono insiste.
Tu mano leve presiona
mis líneas de vida y fortuna.
Imperturbable
acepto:
cinco minutos luego al silencio
del repique, el timbre será la muralla
final de este laberinto.
(O el principio).
José Gonzalo Bartha-