Poemas

Los pies de la bailarina

Los pies de la bailarina no tienen casa

si no es la habitación del aire.

En el aire el día acaba

y el fuego se extiende

hacia noches interminables;

noches para rodar

sobre duelas y risas

o sobre mantos de duelo

a través de la tormenta y del trueno.

Contradicciones de la anatomía:

los pies calzados de nubes precipitan

la lluvia por las mañanas.

Alados, saludan al sol,

derretidos en su corporeidad de caballos.

Tienen rostros de animales

hechos de madera

o de barro improvisado.

Los pies son cisnes

cuyo plumaje se enloda

en el agua verde del lago.

Se sostienen en el filo del viento,

mentirosos,

como Hermes o como Pegaso.

Alguna vez quisieron volver a la tierra,

pero los aplausos

—al final de las funciones de gala—

los mantuvieron en el aire

—como a esas moscas que ya no

se atreven a volver

a los cuerpos despiertos—.

 

Del libro Anatomía del artista

Ricardo Ariza-

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