Como el árbol, quisiera verme fuerte y erguida,
con brazos tendidos en constante oración.
Albergar en mi fronda una verde esperanza
y cobijar mil aves canoras
que expandan melodías a mi alrededor.
Sentir que mi sangre, como savia nueva,
bulle constante a mi interior.
Saberme arraigada con lazos muy fuertes,
a la tierra que me dio la vida y me vio crecer.
Sentir las flores de mi alma
impregnando el aire con suave dulzor,
como el árbol lo hace en su derredor.
Ser refugio y amparo…
Ser un nido de amor…
Poder, como el árbol,
resistir los embates del cotidiano fragor.
Y cuando la vida me convierta en leña
seguir prodigándome en luz y calor.
Si todo fuera exequible,
sentiría que, como el árbol,
di de mi… lo mejor.
María Elena Papa-