Hoy ya sé que no importa el nombre de la rosa,
ni siquiera la apariencia de sus pétalos.
Hoy sé que lo que importa es simplemente
haber tenido la dicha de sentirla
como un ave de nieve entre las manos.
Es saber que su aroma inconfundible
perfumó el devenir de nuestros pasos,
saber que su presencia fue importante,
que llenó nuestras noches con su esencia;
saber sencillamente
que un día estuvo ahí para colmarnos
con su amable candor, con su fragancia;
que un día estuvo ahí para mostrarnos
las vertientes amables del camino
y pintarnos el rostro con sonrisas.
Sergio Barao Llop-