Esta casa de firmes cimientos
que sobrevivió a unas cuantas generaciones,
que no abatió
la piqueta de la ira urbana,
casa con ojos
para ver la calle al cerro
y el cerro mismo
y no mirar hacia adentro
antiguas y pesadas
agonías,
aunque albergó además años de paz,
de juventud, niñez y esas cosas,
esta casa tan llena de recuerdos
y de moradas uvas
hoy se halla vacía,
ya nada nos dicen sus paredes
desprovistas de todo,
pero hay algo aún,
el aire que en ella se respira,
será su alma
o la voz de mi madre
que aún repica.
Norah Scarpa Filsinger