Ya no importa tu designio
para mi oscuridad, flor
de la angustia y de los himnos
congruentes, piel del amor
bajo el párpado orador
de los que vuelven y van.
Y los trillos, donde están,
los cocuyos, la memoria
que sembraste, la zanahoria
en los sueños del faisán?
Ya no importa que tu olvido,
-jazmín suspenso, borrable –
quiebre la paz de mi oído
en la noche formidable
de los astros. Todo es dable
al péndulo, pesadumbre
por tus raíces sin lumbre,
por tu lumbre sin raíces
como inviernos reacios, grises
oxidando la costumbre.
Ramón Rodríguez Serrano-