Me han pedido que te nombre
que te dibuje en mi memoria
con las hebras de la dulzura
y me funda en el abrazo
interrumpido por la huída
presurosa de las horas.
¿Cuántos pájaros
emigraron bajo tu cielo?
¿Cuántas noches se desdibujaron
ante el rostro de la luna?
¿Cuántos aromas nuevos
adornaron la misma mesa?
Me han pedido que te nombre
y no puedo…
la garganta es un puente abandonado
cuando el llanto se cuaja en los torrentes
y cada palabra camina
sobre las huellas de tus pasos.
Me han pedido que te nombre
pero ahora, que todos los silencios están dormidos
y la alegría ondula sobre la frente del amanecer
me llega tu recuerdo
desde la comarca de los olvidos.
Abro la puerta
y en la mesa, humeante,
me espera el desayuno.
Susana Cordisco-