Me alcanza con pronunciar el nombre
Para desgarrararme con los vidrios rotos
de la nostalgia.
La sangre del poniente es la herida
que salpica la hondura
del poema.
He amado al ruiseñor
que me traía su canto, su ternura
ha llorado mi alma por la amarga
distancia insobornable
que sólo hace crecer este sentimiento
sin saber si la holgura
de las estrellas hacen que me recuerde.
Victoria Asis-