Poemas

Arroz con alcachofas

El aceite borbotea en la sartén. Allí he echado dos alcachofas acuchilladas.

He convertido a esas flores antiguas en corazones abiertos, en carne

viva. Me he dedicado después a esperar que largaran la sangre

o el sudor, según se mire. Luego he reducido una cebolla grande y llena de

luz, a polvo, a jugo, a numen. Y otra vez he llorado. Pero tan poca cosa

no me amedrenta. Me zambullo, con el jugo y las lágrimas, en el aceite

hirviente y cuando todo se impregna, paso una lluvia de arroz de la caja a mi

mano y de mi mano a la sartén en donde bullen los zumos del dolor y de la

dicha. Ya puedo esperar que los granos se hinchen. Sé que soportarán

(igual que yo) una hinchazón tres veces superior a su tamaño. Sólo hará

falta agregar agua o caldo, un baño que les permita transitar por el infierno

de la hornalla.

 

Mará Teresa Andruetto-

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