Poemas

Perro empetrolado

Tus pasos no fueron en charol

ni luciste un frac

bajo la brisa.

En tus ojos

hendidos dos espejos

tal vez de algún adiós,

tu mirada iba yerta en la pesquisa.

Y caíste

a orillas de caracolas,

también yo perecí

al sentir allí en la arena

el vientre de ese hombre

amo de tus piruetas.

Cuando sacudiste tú cariño,

levantaste el horizonte… fue vil el reflejo,

y cerraste en otro día

la esperanza de poder mover tu rabo.

Y espantado por los aullidos de esa raza

—de mi raza—,

enclaustraste tu hocico,

tu lengua en todo ese vacío.

Graznidos de gaviotas en vuelos se lanzaban,

las piedras te caían

como en noches de rocío.

Y allá ibas perro,

vagabundo,

para mí eras un cisne que aleteaba empetrolado,

que se alejaba dejando huellas en la arena

—parecían gotitas—,

y en otra playa

tu cuerpo se haría tiritas,

olfateando el horizonte,

reflejando tu desgano.

 

Del libro «Pequeñas soledades»

Jorge Córdoba-

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