Poemas

El pedregal

Lo sé, lo sé, pero mi rostro finge

oír una noticia inesperada;

Lo sé, lo sé, porque tus ojos brillan

otra vez al llegar cada mañana.

Pensabas, me dices, con ese miedo

que se parece tanto a la esperanza,

estar a salvo ya de la tormenta

y el naufragio, en aburrida calma,

si no feliz, al menos protegida

de aquel dolor que destrozó tu alma.

Pero el tibio refugio que de olvido,

soledad y renuncias levantaste,

para ocultar al mundo tus heridas,

se te antoja de nuevo insoportable;

y vuelves a reír, y tu sonrisa

 

 

ilumina tu rostro por la calle;

y a veces también lloras, pero el llanto

tiene algo de dulzura inexplicable;

y vistes otra vez de mil colores,

y esperas impaciente cada tarde.

Reconoces aquella vieja llama,

que pensaste extinguida por el tiempo,

y adviertes cómo crecen sin medida,

uno a uno los vestigios del incendio.

Regresas a la súbita alegría,

A la risa, al temor, al desaliento,

y sientes que otra vez cada mañana

te sonríen los cómplices espejos;

y disfrutas de nuevo de estar viva,

de par en par el corazón abierto.

 

Ángel Crespo-

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