Poemas

Porque conocía el nombre de los peces

Porque conocía el nombre de los peces,

aún de los más raros,

y el de los caladeros, y las señas

de las lejanas rocas submarinas,

me dejaban revolver en las cestas,

tocarlos uno a uno, sopesarlos,

y comentaban conmigo abiertamente

las sutiles cuestiones del oficio.

Porque entendía de nudos y de velas

y del modo de armar los aparejos,

me llevaban con ellos muchas veces;

me regalaban el quehacer de un hombre.

Sentía con orgullo

enrojecérseme las manos al contacto del cáñamo,

impregnarme

un fuerte hedor a brea y a pescado.

Sabía casi todo de aquella vida simple,

de aquel azar diario y primitivo.

 

 

 

 

Sólo que aquella ciencia era lujosa.

No supieron contarme

o no pude entender cómo era aquello

en los días peores, las amargas

semanas de paciencia,

cuando el viento del norte

roe las entrañas y se harta la pupila

de escudriñar los cielos,

en los días confusos,

cuando el mar de borrosos contornos

es sólo como un cascote de vidrio

semienterrado en el fango,

un desagradable incidente o una trampa

para los que pasan corriendo

ciegos bajo la lluvia.

 

Carlos Barral-

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