Poemas

Cocuyos

Tan sólo los cocuyos para ver

tus ojos y esas largas manos tuyas

donde mi rostro pongo mientras cae

un pronto atardecer que me desnuda.

Porque este amor es noche sin su tálamo,

y duerme solo y con su mal se cura:

por eso es que te quiero. Yo acomodo

este querer sin madre en la pastura.

 

Si un vendaval enreda mis cabellos

enfermo de una fiebre que es locura,

me quema el rostro la melancolía,

y ya me da por muerta un ave oscura.

Estando inmóvil, una solitaria

estrella baja sobre mi cintura.

Y doy a luz a niños cenicientos

que a medianoche arropo con la bruma.

 

Delfina Acosta-

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *