A veces comienza así;
en ese preciso instante
que se cruzan las miradas,
un momento baladí
que parece no importante…
Pero la suerte está echada!
La inquietud se habrá instalado
a partir de aquel encuentro.
Se volverá persistente
como un manjar destinado
a aromar por fuera y dentro
los misterios de la mente.
El recuerdo vagabundo
y la euforia sin sosiego
acecharán más y más.
De pronto brillará el mundo
ante los ojos del ciego
que creyó no ver jamás.
La simpatía será amor,
curiosidad manifiesta
de querer saberlo todo.
Y en medio del estupor
así culmina la fiesta
que empezó de simple modo!
Silvia L. de la Cal-