¡Flotar por el aire algunos segundos!
Tal pensamiento la hizo sonreír,
su sonrisa, con las cuales palidecería el recuerdo
A sus pies, el niño dormido, sonreía en la cuna.
En ese instante, se dio cuenta que no era ella sola
quien sonreía, su íntima amiga la acompañaba…
Una voz resonó a su lado, graciosa y encantadora
diciendo en voz baja, para no despertar al niño,
¡Qué precioso es su niño, señora!
Comprendía; no todas las mujeres la condenaban,
había quien entendía su amor.
Las palabras que acababa de oír le habían hecho tanto bien…
Si su niño ya era el más lindo del mundo
quién se atrevería a luchar sobre una cuna,
no era la mejor prueba de la evolución.
Ese niño estaba protegido de buenos espíritus,
tenía una madre que lo adoraba…
Ella se sentía deslumbrada bajo ese cielo azul pastel;
estaba en las nubes, se sentía rejuvenecida
con esta criatura a la que hacía jugar en sus brazos…
Clotilde Molina-